viernes, 17 de mayo de 2019

EL PRIMER AÑO (primera parte)

Voy a intentar hacer un resumen de lo vivido durante mi primer año como multimami. La verdad es que me hubiera gustado mantener el blog e ir contando las cosas positivas y negativas que iba experimentando, pero al final lo dejé y ahora lo retomo con mucha ilusión.

Llegamos a casa del hospital, solos ante el peligro. Padres inexpertos con dos pequeños bebés que sólo querían comer y dormir. El tema de la comida fue lo que más nos llevó de cabeza los primeros meses. Yo quería dar pecho, pero en el hospital nos recomendaron complementar con fórmula al principio, hasta que mi producción fuera mayor.
El problema era que Lucía mamaba muy flojito y enseguida se dormía, se despertaba si la dejaba en la cuna y entonces quería comer más porque casi no había comido... En fin, que me podía pasar horas con ella al pecho. 
Marcos en cambio era más glotón. Succionaba bien y se dormía bien. Aunque en otras cosas era más difícil... Cuando lloraba, no había manera de calmarlo. Sólo se calmaba si le arrullábamos con mucha fuera con una muselina o con una mantita. A veces parecía un gusano!

El tema del pecho me llegó a agobiar bastante porque cada tres horas tenía que estar en un sitio cómodo para poder darles a los dos a la vez, con el cojín de lactancia, y en la calle no me sentía cómoda sacándome las dos tetas... Así que digamos que éramos esclavos del reloj y llegó a ser un poco estresante. Como dábamos suplemente, al final comían más biberón que teta (aunque me intentaba sacar a menudo para que bebieran de mi leche en el bibe) y a los 5 meses fui a la matrona porque veía que la lactancia había llegado a su fin. Lo dejaron progresivamente y muy bien, la verdad. Estoy satisfecha de lo que hice y creo que fueron 5 meses muy bien invertidos.

En cuanto al tema sueño, tuvimos suerte. Dormían genial e incluso teníamos que despertarles para comer. cuando dejaron la teta, a los 5 meses, los pasamos a su habitación, ya en cunas separadas y se adaptaron genial. Las primeras noches les costaba un poco dormirse, pero estábamos allí con ellos, y poco a poco conseguimos dejarles en la cuna y a dormir como angelitos.

El primer año lo recuerdo un poco difuso. Al principio las hormonas me hacían verlo todo maravilloso a pesar de las dificultades. En cambio, el papi, tuvo más problemas para adaptarse a esta nueva vida. Ellos no tienen las hormonas revolucionadas, y para él era como si dos alienígenas hubieran llegado para robarle la normalidad de su anterior vida. A pesar de todo, era muy chulo verles crecer, verles felices, cómo iban haciendo cada vez más cosas,...

jueves, 25 de abril de 2019

3 años después de la última entrada....

Hoy me ha entrado la nostalgia y me he releído el blog. Al final, no mantuve mi palabra y dejé de escribir. Por pereza, por falta de tiempo, no lo sé, pero la cuestión es que lo dejé.

Como dije el primer día que lo empecé, no escribo para nadie en concreto, sino para mí, para tener siempre un lugar al que acudir cuando quiera recordar, para que los recuerdos de estos momentos vividos no se diluyan nunca.

Así que bueno, en resumen puedo decir que todo siguió yendo muy bien. El embarazo siguió avanzando a ritmo constante, mi barriga siguió creciendo sin parar y los preparativos siguieron su curso.

La curva del azúcar me salió positiva, así que el último trimestre lo pasé a dieta. La cuestión es que yo había adelgazado y no sé si la dieta ayudó mucho, porque Marcos y Lucía no crecían lo suficiente. Y así me planté en la semana 37 con dos bebés sanos pero con 2 kilos de peso cada uno. Me dijeron que me programarían cesárea para la semana 38 porque Lucía estaba de nalgas y no parecía querer darse la vuelta... Pero no llegué, al día siguiente me puse de parto. ¡Qué nervios! Recuerdo que me desperté, desayuné con normalidad y fue a hacer pis. Una vez en el baño me cayó un torrente de agua y no sabía si era normal o no... Llamé a mi chico y le dije: "Creo que he roto aguas..." Su reacción: "Como que creo? Sí o no? Que estoy en medio de una reunión... Voy o no?" Jajajaja. Por supuesto, vino volando y camino al hospital.

El día 20 de septiembre de 2016, 1 semana después de mi 33 cumpleaños, a las 14:30 hrs nacieron Lucía y Marcos por césarea de urgencia. Lucía pesó 2.200 kg y Marcos 1.900 kg. así que mi pequeñín fue directo a neonatos y no lo pude conocer hasta el día siguiente. Tardaron 4 horas en subirme a planta y mi pequeña Lucía se moría de hambre. Pero finalmente la conocí y me enamoré. Aún me emociono cuando lo pienso. Al día siguiente conocí a Marcos y me volví a enamorar.

Pasamos 3 días en el hospital hasta que me dieron el alta. Marcos aún no había llegado a los 2 kg de peso, pero nos dejaron llevárnoslo con la condición de volver 3 días después a ver qué tal iban creciendo. Así que allá no fuimos, los 4 a casita, solos ante el peligro. Y bueno, no me voy a extender mucho sobre todo lo vivido, pero en resumen diré que han sido 2 años y medio llenos de contrastes, sube y bajas de emociones, falta de sueño, momentos de debilidad, de pensar que no podíamos con todo, momentos de felicidad, de pensar que no podía existir un amor más grande...

La maternidad da lugar a muchas contradicciones. Nada es tan idílico como lo cuentan y nada es tan difícil. De todo se sale, a todo se llega, aunque parezca que no puedes, PUEDES. Y con dos... pues más aún, más fuerza para tirar para adelante con todo. 



miércoles, 22 de junio de 2016

LAS SEMANAS SE PASAN VOLANDO Y ESTO EMPIEZA A CRECER

Con el paso de las semanas y una vez pasadas las nauseas, me encontraba mucho más animada y feliz. También las hormonas "positivas" hacían acto de presencia y todo me parecía maravilloso (y lo era, por supuesto). Mi barriguita empezaba a crecer. Ahora veo fotos de hace un par de meses, cuando lo que asomaba aún parecía barrigón cervecero y me emocionaba, y alucino con la velocidad con la que pasa el tiempo y esto va creciendo (estoy en la semana 25).

Ya empezamos a mirar más en serio cosas necesarias para la llegada de nuestros bebés: el carrito gemelar, las sillas para el coche y, por supuesto, ¡el coche! Teníamos un coche de tres puertas y tamaño normal que se nos quedaba pequeño. Además ya tenía 11 años, así que era un buen momento para cambiar. Pero claro, tampoco queríamos un tanque porque nuestro garaje no es muy cómodo para entrar y salir... Nos decantamos por el Seat Leon St, un ranchera pero moderno y con un maletero perfecto para meter el carro gemelar y demás trastos. La operación del coche fue rápida y para mediados de mayo ya teníamos el coche nuevo y habíamos vendido el coche viejo. ¡Una cosa menos!

Otra de las cosas que teníamos que preparar era la habitación. Tenemos una casa grande, con 4 dormitorios, lo cual está muy bien... Pero claro, cuando sólo estamos dos, nos acostumbramos a meter todas nuestras cosas en todas las habitaciones y había que empezar a despejar para hacer hueco a los dos peques que venían en camino. Y ya que te pones, pues igual toca dar una manita de pintura a las paredes... Así que abril y mayo lo dedicamos a sacar trastos, pintar y reorganizar... ¡Antes de que mi barriga me impidiese moverme! Y ya que estamos, ¿por qué no nos ponemos la tarima flotante en el suelo que tanto tiempo llevamos diciendo de poner? ¡Venga, otra cosa más! Y así entre unas cosas y otras se nos van pasando las semanas que ni nos enteramos...

Y se acercaba la ecografía de la semana, otro "hito" del embarazo. Se llama ecografía morfológica porque en ella ven si se están desarrollando correctamente todos los órganos vitales de los bebés. Iba algo asustada, pero creo que es normal. ¡Necesitaba ver ya a mis pequeñines! Y bueno, allá que fuimos el día 24 de mayo para confirmar que nuestros peques estaban estupendamente y todo se estaba desarrollando con normalidad. Ay, que alivio. ¡Qué felicidad! Nos reconfirmaron que Gemelo nº 1 era una niña y Gemelo nº 2 era un niño... (¿Cuándo dejarán de llamarlos así? ¿No pueden decir la niña y/o el niño? jajajaja).

Hasta el momento todo marchaba genial, todo nos iba saliendo según lo previsto y yo me encontraba con energías y sin ninguna molestia. Pero justo al día siguiente de esa ecografía de las 20 semanas, yendo a trabajar por la mañana me dio un vahído en el metro. El calor en Madrid empezaba a hacer acto de presencia y en el metro peor aún. Yo seguía con mi rutina habitual de ir subiendo las escaleras mecánicas andando, pero ese día mis fuerzas no eran las mismas y al llegar al vestíbulo de arriba de la estación de metro, perdí la visión y me mareé. Una mujer me sujetó y me sentó en el suelo. Por suerte no fue a más y no llegué a desmayarme ni a caerme. Enseguida me recuperé pero aún así quisieron llamar al SAMUR. Todo quedó en un susto, pero tras eso me recomendaron que me lo tome con más calma y eso hago... Algún amago de mareo he vuelto a tener, pero ya lo controlo, sabiendo lo que me puede pasar.

Así que llegados a este punto, en la semana 25, cada vez veo más cerca pedir la baja... En la siguiente entrada, hablaré ya de las cositas que estamos comprando para los bebés y ¡de las ganas que tengo de verles! Por cierto, ya tienen nombre... Por ahora, Marcos y Lucía. 

jueves, 16 de junio de 2016

DISFRUTA DEL EMBARAZO, ES UNA ETAPA PRECIOSA...

El primer trimestre fue complicado y, cada vez que me decían que disfrutara del embarazo, no entendía cómo alguien podía disfrutar de esa tortura...
Me explico: primero, fue el manchado que conté en la anterior entrada, los temores de llegar bien a la semana 12, cuando se supone que deja de haber riesgo de aborto espontáneo y otras cosas negativas y, como no, las horribles nauseas. Porque las tuve y muchas. Casi no me entraba nada en el estómago y normalmente el desayuno se iba por el mismo sitio por el que había entrado. En ese primer trimestre adelgacé 3 kilos y también eso me preocupaba por si mis pequeños no conseguían desarrollarse bien. Además de eso, estaba cansadísima y sin ganas de hacer nada. Digamos que no fueron las mejores semanas de mi vida e incluso en ocasiones olvidaba que todo era por un sueño que por fin estaba cumpliendo, que iba a ser madre de dos pequeñines.

Había que tener paciencia, se suponía que una vez pasada la semana 12 las cosas empezarían a mejorar. Y así fue.

Entretanto, mi chico y yo empezábamos a hacer cábalas de cómo afrontar el futuro. Como ya dije, ninguno de los dos tenemos familia en Madrid y una vez pasada la baja de maternidad (18 semanas por parto gemelar, ¡guau!) nos veríamos en la obligación de dejar a los peques en una guardería. Cuando te pones a mirar precios de guarderías, se te cae el alma a los pies. Prácticamente mi sueldo ser iría en eso y, si quería pedir reducción de jornada con su consecuente bajada de sueldo, trabajaría únicamente para que otras personas se ocupasen de mis hijos... 

Aunque aún era pronto para pensar en todas estas cosas, nos fuimos haciendo a la idea y nos planteamos la posibilidad de que yo dejara de trabajar. Ciertamente ya llevaba tiempo planteándome la idea de hacerme autónoma (soy traductora y actualmente trabajo en una agencia de traducción, pero siempre me ha atraído la idea de trabajar por mi cuenta), así que era un buen momento. Pero había que hacer las cosas bien... Pasada la semana 12, hablé con mi jefa y le planteé la situación, la cual comprendió perfectamente. Acordamos que llegado el momento arreglaríamos las cosas para que al menos me pudiera ir al paro, y como llevo 10 años en esta empresa, se me quedaría el máximo de paro durante dos añitos... ¡Perfecto, podría ocuparme de mis hijos durante ese tiempo cobrando el paro y con el sueldo de mi pareja!

Resuelto este asunto y entrados ya en el segundo trimestre, empecé a sentirme mucho mejor en todos los aspectos. Se acabaron las nauseas, tenía mucha más energía, mis pequeños seguían creciendo y todo iba a las mil maravillas. ¡Qué felicidad! Pasada la semana 16 me hicieron otra ecografía de revisión y todo seguía estupendamente. Veíamos cómo se movían nuestros pequeños y como se les reconocían ya las partes del cuerpo y, por fin, pudimos saber los sexos...

"Bueno, el gemelo 2 está claro... ¿lo veís?" "¡Sí, es un niño! ¿Y el otro?"... "Pues se deja ver menos, pero el pliegue este que se ve aquí, parece la vulva... así que casi seguro que es una niña".

¡Ay, que emoción! Niño y niña. De golpe. A la primera. Como nos dice todo el mundo: ¡No podíamos haberlo hecho mejor!

En la siguiente entrada, hablaré sobre la evolución del segundo trimestre, los primeros movimientos y el calor insoportable de Madrid.

lunes, 6 de junio de 2016

EL POSITIVO: DE LA EMOCIÓN AL MIEDO.

El día 1 de febrero de 2016 fue un día para recordar. Como dije en la anterior entrada, la beta había sido positiva y mi embarazo se confirmaba. Sólo una Inseminación había bastado para cumplir nuestro sueño. 

Recuerdo que estaba comiendo en el Vips y me rodaban las lagrimas por la cara mientras llamaba a mi pareja para anunciárselo. Luego llamé a mis padres y todos lloramos de emoción. Eso sí, pedí prudencia y que, por favor, no dijeran nada a nadie aún, pues las primeras semanas pueden pasar muchas cosas. La tarde en el trabajo se me hizo eterna: sólo tenía ganas de llegar a casa y abrazar a mi chico. Estaba emocionada y feliz y no podía pensar en nada más.

Me dieron cita en Ginefiv para hacerme la ecografía de confirmación la semana siguiente, el día 9 de febrero por la tarde. La emoción del primer día pasó a ser miedo al día siguiente. ¿Irá todo bien? ¿Lo perderé? Creo que son miedos normales, pero cuando has estado dos año y medio intentando quedarte embarazada, se acentúan. Y así pasamos la semana, entre felices y asustados.

Por fin, fuimos a la ecografía... Se me olvidó contar que cuando me hicieron la IA, la Doctora nos dijo que había un folículo a punto de romper y que sería ese, pero que había otro que había crecido mucho el último día que, aunque no pensaba que fuera a romper, tenía alguna posibilidad... Así que antes de la eco, sus palabras fueron: "¿habrá uno o dos?". Claro que habíamos pensado en esa posibilidad, pero hasta que no te lo dicen y lo ves, no lo piensas realmente. 

Y ahí estaban, mis dos pequeños embrioncitos... ¡Enhorabuena, vais a tener mellizos! Fue impactante, la verdad. Los miedos ahora se multiplicaban por dos. Llegamos a casa casi sin hablar, cada uno en su mundo, pensando en cómo nos iba a cambiar la vida. Si con uno ya habría cambios, con dos... Sobre todo teniendo en cuenta que ninguna de nuestras familias vive en Madrid y tendríamos poca o ninguna ayuda exterior.

Estoy encantada con el trato posterior de Ginefiv. Nos hicieron una ecografía semanal para ir viendo la evolución y confirmar que todo seguía adelante. Así hasta la semana 9. Y menos mal, porque en la semana 7 empecé a manchar y me aterroricé. Empecé a manchar la noche de antes de la eco semanal, en la que nos confirmaron que todo estaba bien y que el sangrado era normal ya que la paredes del útero están muy sensibles y se forman unos pequeños hematomas que son los que provocan el sangrado. No había que preocuparse más de la cuenta porque ambos embriones se estaban agarrando muy bien. Pero yo soy como soy, y al día siguiente me presenté en urgencias del Infanta Sofía (mi hospital) para una segunda opinión, en la que me dijeron exactamente lo mismo que en Ginefiv. Estuve manchando como una semana, pero ya con la "tranquilidad" de saber que todo iba bien.

Y así, en la semana 9 nos dieron "el alta" en Ginefiv y dejaban ya el seguimiento en manos de la Seguridad Social. Me dio pena despedirme de la doctora Blanco que tan bien nos trató todo el tiempo y nos ayudó a conseguir nuestro sueño. Le estaré eternamente agradecida.

En el departamento de Obstetricia del Hospital Infanta Sofía nos hicieron primero la ecografía de "confirmación" de embarazo gemelar y después nos dieron una cita mensual para seguir la evolución con detalle, al tratarse de un embarazo de riesgo. Mejor, me gusta estar bien vigilada y ver a mis pequeños una vez al mes. Ahora estoy en la semana 23 y, entre las de Ginefiv y las del Hospital, ya me han hecho unas 8 ecografías :) 

En la siguiente entrada os hablo del "maldito" primer trimestre y de las decisiones sobre mi futuro laboral... 


viernes, 27 de mayo de 2016

PRIMERA INSEMINACIÓN ARTIFICIAL Y RESULTADO

Bien, según decía en la anterior entrada, para finales de 2015 ya teníamos decidido que nos someteríamos a una Inseminación Artificial en Ginefiv. Evidentemente, yo quería empezar cuanto antes pero como me pidieron una citología y opté por hacérmela en la Seguridad Social, la cosa se alargó un poco... ¡Me la hice el 14 de diciembre y me daban los resultados a finales de febrero! No podía esperar tanto y una vez que tuvimos los resultados de las analíticas que nos habían pedido a ambos, pedimos cita en Ginefiv y les comenté que la citología iba a tardar mucho y que no queríamos esperar tanto. Así que me la hicieron allí mismo por 50 euros y me llamarían para comunicarme los resultados en una semana. ¡Perfecto! Podíamos empezar en enero.

Pasamos las navidades con nuestras respectivas familias, yo muy ilusionada y con ganas de que llegara enero. No quería decírselo a mucha gente porque, aunque lo hagan con la mejor de las intenciones, luego siempre viene la dichosa preguntita: "¿qué? ¿cómo ha ido?". El único problema al que me enfrentaba, era que no se me adelantase la regla, pues la Nochevieja la pasábamos en los Pirineos y volvíamos a Madrid el día 3 de enero y el día 4, justo cuando me tenía que venir la regla, teníamos cita en Ginefiv para empezar con el plan de tratamiento. Y bueno, se me adelantó, pero sólo 1 día...

Así que el 4 de enero de 2016 nos recibió la Doctora Blanco con su típica sonrisa de oreja a oreja para comentarnos cómo iría la cosa. El principio, básicamente igual que lo había estado haciendo hasta ese momento y, como aún me quedaba más de la mitad de Gonal del último ciclo que había hecho en la Seguridad Social, no teníamos ni que cambiar de medicación. Pinchazos diarios de Gonal, visitas a Ginefiv cada dos o tres días (¡Eligiendo el horario y no teniendo que perder trabajo ni dar explicaciones! ¡Eso fue lo que me dio la vida y me hizo estar totalmente relajada!)... Y por fin, el día 16 de enero (sábado), tras pincharme 48 horas antes el Ovitrelle, iríamos a hacernos la esperada Inseminación Artificial.

Justo la semana anterior, mis padres me dijeron que vendrían ese fin de semana a Madrid a visitarnos (yo soy de Alicante y ellos suelen venir cada cierto tiempo a pasar un fin de semana con nosotros y ver a "su niña"). Ellos no sabía nada, pero como quería estar tranquila y no andar con "mentiras", se lo comenté y les hizo mucha ilusión. Aquel sábado a las 8 de la mañana, mi pareja tenía que ir a llevar la muestra (pobrecito, ¡el día que más frío hizo en todo el año!) y unas 3 horas después, ya fuimos los dos juntos para realizar la IA. ¡Qué nervios! Todo fue muy rápido y enseguida nos mandaron para casa. Me dijeron que no tenía que hacer reposo como tal, pero que me tomara los siguientes días con tranquilidad... Y así hice, al pie de la letra. Como se supone que los espermatozoides han sido sometidos a un lavado que hace que tengan una duración de 48 - 72 horas, al día siguiente tuvimos relaciones para incrementar las posibilidades. ¡Esta era la nuestra!

El día 1 de febrero me hacían la beta. Más de dos semanas de espera, 17 días de nervios, de intentar no pensar... Yo normalmente suelo empezar a "manchar" 3 o 4 días antes de que me venga la regla (que como he dicho antes, me viene como un reloj cada 28 - 30 días). Analizaba el papel con lupa, pero no veía mancha... No quería hacerme ilusiones porque muchos factores pueden influir en el retraso de la regla y lo sabía por experiencia. Pero evidentemente, te haces ilusiones. Y así, el 1 de febrero fui a hacerme la beta a primera hora de la mañana. A las 14 horas, sin que aún me hubieran llamado con los resultados y nerviosa perdida, llamé yo y pregunté... "Ah, sí, perdona, es que hoy el laboratorio tenía mucho retraso... A ver, aquí está... ¡ENHORABUENA, estás embarazada!

Aún me emociono al recordar aquel momento... En la siguiente entrada, os cuento las reacciones posteriores y el inicio de nuestro buscado y esperado embarazo.

jueves, 12 de mayo de 2016

BUSCANDO ALTERNATIVAS A LA SEGURIDAD SOCIAL

La historia continúa...

Estamos en julio de 2015, finalizado el primer ciclo de Coito programado con resultado negativo. En agosto, el departamento de Infertilidad de la Seguridad Social no presta servicio, así, directamente. Este punto me empezó a abrir los ojos y decidí plantearle a mi pareja la posibilidad de acudir a una clínica privada. Él me dijo que no me precipitara, que le diéramos una nueva oportunidad y luego ya decidiéramos. Como se acercaban las vacaciones, decidí relajarme y no pensar demasiado en el tema, volveríamos a la carga en septiembre y a ver qué pasaba...

Ya se cumplían dos años desde que habíamos dejado de tomar precauciones y con todas las pruebas realizadas favorables, no entendía qué nos podía estar pasando. Fue entonces cuando empecé a leer muchísimos blogs sobre el tema para intentar buscar una respuesta y en ningún caso veía el tratamiento de Coito programado para casos como el mío, sino que más bien se recurría directamente a la inseminación artificial.

Pasadas las vacaciones y con las pilas recargadas, en septiembre me planté ante la ginecóloga que llevaba nuestro caso y le dije que quería que nos mandara a Inseminación. Ojalá las cosas fueran tan fáciles, pero supongo que tienen unos protocolos que seguir y me dijo que debíamos hacer 2 intentos más así antes de derivarnos a IA. Así que en septiembre inicié un nuevo ciclo idéntico al de julio: pinchazos de Gonal, controles de la ovulación casi a diario con sus consecuentes permisos cada dos por tres en el trabajo y, por fin, Ovitrelle y relaciones.

Desde una semana antes de que me tuviera que bajar la regla, yo ya miraba el papelito al limpiarme con lupa, aterrada por el momento en el que me encontrara con la temida manchita. Y así fue, vino la regla y se me cayó el mundo encima una vez más. Ya le había dicho a mi pareja que si no funcionaba, nos poníamos a buscar alternativas. Está muy bien que la Seguridad Social te financia la medicación (el Gonal creo que ronda las 150 euros y el Ovitrelle los 50 euros) pero creo que mi salud mental estaba en juego... Él es mucho más tranquilo que yo y finalmente accedió a buscar alternativas. Y así, en octubre, nos pusimos a mirar clínicas.

Una de mis mejoras amigas trabaja en el IVI y siempre había oído hablar muy bien de esta clínica, así que fue con la primera que contacté. Me daban cita para un mes después con la sorpresa de que la primera cita tenía un coste de 145 euros. Entretanto, y tras leer opiniones, contacté también con Procreatec y Ginefiv (todas ellas en Madrid). En estas dos, la primera cita era gratuita y me la daban casi de un día para otro, así que mientras se acercaba la fecha del IVI, acudimos a las otras dos clínicas. En ambas analizaron las pruebas que nos habían hecho en la Seguridad Social que aún tenían validez porque caducan a las dos años y nos dijeron que nuestro caso era fácil, y que lo mejor era hacernos una Inseminación Artificial. En ambas clínicas me dijeron que el diagnóstico de anovulación que me habían dado en la Seguridad Social no tenía sentido, si mis ciclos eran regulares... Lo que yo sospechaba. En Procreatec el presupuesto era de unos 1.000 euros y para Ginefiv encontramos una oferta para inseminación (en Clinicpoint) y se nos quedaba por 550 euros... ¡así que no nos lo pensamos, a Ginefiv! Además, nos había gustado mucho cómo nos atendieron en la primera cita. Enseguida concertamos una segunda cita, esta vez con la Doctora Blanco, quien sería nuestra Doctora en todo el proceso (otro punto a favor, en la Seguridad Social no siempre te atiende el mismo doctor).

Cancelada la cita con el IVI y recuperada de nuevo la ilusión, empezábamos el tratamiento de Inseminación Artificial... Nos dijeron que solían hacer 3 intentos antes de explorar otras opciones. Sólo nos pidieron unas analíticas y una citología para mí y ya estábamos listos... ¿Quién nos iba a decir que lo conseguiríamos a la primera? 

En la siguiente entrada hablaré del desenlace final de nuestra historia de infertilidad y del inicio del embarazo.